Este padecimiento se transmite de persona a persona, mediante secreciones respiratorias o de la garganta, así como al toser o estornudar. Algunas de las secuelas que puede ocasionar la meningitis incluyen: parálisis cerebral, parálisis de pares craneales, atrofia cerebral, ceguera, sordera, déficit mental, alteraciones en el desarrollo neurológico, y crisis convulsivas.
La meningitis consiste en la inflamación de las membranas que rodean al cerebro y a la médula espinal, lo que ocasiona que se obstruya el flujo sanguíneo hacia el cerebro, poniendo en riesgo el desarrollo y la vida de quienes la padecen.
Los signos y síntomas dependen de la edad y por lo general son: fiebre, falta de apetito, alteración en el sueño y vómitos; somnolencia, irritabilidad, rigidez de nuca y dolor de cabeza; además que una parte de los pacientes tienen una historia sugerente de infección respiratoria alta.
El tratamiento para este tipo de padecimiento está determinado fundamentalmente por la edad del paciente y la gravedad con que se presente. Sin embargo, en el IMSS se cuenta con los especialistas para dar seguimiento pertinente a cada paciente.
Finalmente, prevenir casos de meningitis se recomienda mantener una alimentación saludable, realizar y fomentar en los menores de edad el lavado de manos en cinco pasos: mojar; enjabonar; frotar palma y dorso, entre los dedos, nudillos y punta de los dedos y uñas con la palma; enjuagar con abundante agua y secar con un pañuelo desechable; utilizar alcohol en gel, evitar compartir vasos y otros utensilios que tengan contacto con la saliva; mantener una adecuada higiene bucal.
Practicar el estornudo de etiqueta que consiste en cubrir la nariz y la boca con la parte del ángulo interior del codo; de igual forma se recomienda acudir con el médico si presenta alguno de los síntomas anteriormente mencionados.