Por desgracia, esa costumbre se extinguió, ya que hace alrededor de 30 años el sitio fue abandonado debido al negativo impacto de las actividades humanas, afectando no solo el cuerpo de agua sino también su entorno. Transcurridos los años, por iniciativa de los ejidatarios y de diversas ONG, el cenote se saneo en numerosas ocasiones, pero lamentablemente, este ha vuelto una y otra vez a ser presa de la inmundicia producida por visitantes que arrojan botellas, latas, pañales, residuos de alimentos y todo tipo de basura luego de visitar el cenote, y no bastando con ello, se ha convertido en un tiradero al aire libre debido a que gente inconsciente al percatarse de la situación, lleva sus desechos orgánicos e inorgánicos y los arroja además a los montes aledaños, provocando también los malos olores, representando con ello un grave problema de salud pública que debe atenderse.